Desde la Playa de la Puntilla

Manolo Morillo (El Puerto, 1957), actor portuense que mamó las tablas desde la infancia a través de su padre, el locutor Pepe Morillo. Ha pertenecido a los grupos Teja, Bellas Artes, Balbo, T.I.B. y Tirititrán Teatro. Actualmente colabora con Diario de Cádiz. El próximo proyecto en el que se encuentra inmerso es la preparación de una obra de Muñoz Seca dentro de los actos conmemorativos previstos para la inauguración del Teatro Principal, bajo la dirección de José L. Alonso de Santos.

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Lugar: El Puerto de Santa María, Cádiz, Spain

«Que Dios nos guarde de generales y funcionarios que son los principales enemigos del arte» decía Stanislavski en 1900.

domingo, septiembre 09, 2007

DESCENDIENTE DIRECTO DE LOS SABONESES



Francisco García Gil lleva a gala ser marinero y ser portuense. Su abuelo fue agraciado por el Rey Don Alfonso XIII con Real Patente de Navegación Mercantil para poder navegar y comerciar en todos los mares y puertos del Globo.

De 70 años, 43 de ellos dedicados a la mar. Procede de familia de tradición marinera, no en balde su abuelo Francisco García Rico, maestro redero, creó un sistema novedoso de artes de pesca con el que revolucionó el sector a nivel mundial, llegando a ser armador en su momento de hasta 22 barcos pesqueros, y terrateniente de la Punta de los Saboneses y su entorno natural, al final de la Playa de Levante.
Este marinero ilustre está orgulloso de ser quien es y de haber sido lo que ha sido. Está orgulloso de sus ascendientes y de sus descendientes. Está orgulloso de que su abuelo fuese amigo personal del Rey Don Alfonso XIII, que le concedió a uno de sus faluchos, el llamado “San Germán”, Real Patente de Navegación Mercantil para que pudiera navegar y comerciar en todos los mares y puertos del globo.
Perdió a su progenitor en los primeros días de la guerra civil española, cuando apenas contaba con cuarenta días de vida. Siendo el menor de cuatro hermanos, con diez años entró en el mundo laboral rodeándose de gaseosas y sifones, pasando luego a Gráficas Andaluzas para poco después, iniciar con escasos quince años su larga singladura por la mar en “El Pelayo”, del armador alicantino Miguel Ferrer y al son de esta cancioncilla popular que aún se puede oír por “El cuarto del Tecle”...

“Levántate tabernero
que la fortuna te llama,
que pa ganá dinero
hay que abandoná la cama”

De este primer embarque recuerda con emoción contenida la melancolía que embargaba a su cuerpo y a su alma, cuando caía la noche en alta mar. Recuerda también con cariño como le marinaba y adiestraba su tío en las faenas de ayuda a los marineros, y la alegría implícita cuando el patrón preguntaba ¿qué se merece el niño…?: un cuartoncito o media parte.
Con veintiún años recién cumplidos ya es primer mecánico de barco, y logra así rellenar tres libretas de embarque en una singladura vital que le lleva a probar fortuna en aproximadamente unos cincuenta pesqueros del Atlántico Sur. Toda una vida.
Los percances en la mar los relata con la serenidad que siempre le ha caracterizado. Su primer naufragio fue en el año 1965 cuando venían con la pesca hecha desde el Río de Oro al Cabo Mogador. Pasadas las seis de la tarde, el tiempo oscurecido y la abundante niebla impedían la visibilidad del pesquero, y enfrente del Aaiún en el Medano de Santiago, el barco embarrancó teniendo que ganar la costa a nado.
El otro naufragio de envergadura fue con un barco de Huelva en el año 1992, a trescientas brazas de agua. Gracias a su pericia y a la importante ayuda y protección de su Santísima Virgen, Señora del Carmen, “Stella Maris”, siempre presente en estas vidas trajinadas entre olas y mareas, logró que fuera un percance limpio y a salvo de cualquier desgracia personal.
Como navegante de estirpe, y hombre inquieto y solidario con sus iguales, fue Presidente de Técnicos de la flota pesquera de El Puerto en la Cofradía de Pescadores, promotor asimismo de las Casas de Marineros de la Casa del Mar y promotor de la Fábrica de Hielo. Consiguió también en los momentos malos de la profesión, dos “socorros” de 6.000,00 ptas. para paliar la falta de recursos puntuales de los marineros.
Después de tantísimos años navegando, su castigado cuerpo labrado a fuerza de golpes de mar, y la crisis del sector, le llevaron a su estado actual de jubilación. Dice que la no renovación del acuerdo pesquero con nuestro vecino de la otra orilla, Marruecos, ha convertido El Puerto en un puesto de alambres, y desgraciadamente creo que no le falta razón.
Ahora, los paseos diarios con su perra “Mara”, y el “Cabildo” que forma con otros compañeros de profesión jubilados como él entorno al monumento al pescador, a la orilla del río Guadalete, le hace reflexionar sobre la gran familia que forman todas las personas que tienen relación con la mar, especialmente ellos, los hombres del mar, fuertemente vinculados por esos lazos entrañables de solidaridad fraterna, que distinguen a cuantos han hecho del mar el escenario habitual de su existencia.

Manolo Morillo - manolomorillo@hotmail.com
El orden de los tiempos
Diario de Cádiz